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LUCERNA



 Una de las ciudades más hermosas de Europa es Lucerna. Como su propio nombre indica, proviene del latín Lumen y quiere decir, Luminosa. Esto se debe a la romántica visión nocturna de un oscuro valle lleno de pequeñas y armoniosas lucecitas en su centro. Es la capital del cantón que lleva el mismo nombre y limita con los cantones de Schwyz, Obwalden, Nidwalden, Argovia, Berna y Zug.

Está ubicado en el centro mismo de Suiza. Sus edificios son tan característicos como encantadores, las plazas, las callejuelas se mantienen como si no hubiera pasado un solo día desde el medievo hasta hoy mismo. Quizá su máxima es “Construir un mañana sin destruir el ayer” porque se enorgullecen de haber logrado mantener toda su historia sin renunciar a ninguna comodidad propia del mundo moderno. Por las calles aún pueden encontrarse pinturas adornando los edificios o la fachada de las mansiones, dando testimonio de su riqueza artística, por ejemplo en la Hirschenplatz.

El cantón se ve bañado por grandes ríos, el Kleine Emme y el Reuss que, además fluye a través del lago de Lucerna o de los Cuatro Cantones y acaricia la ciudad por uno de sus costados. Y esto le otorga un mayor encanto, si ello es posible, puesto que en verano, con el deshielo, el nivel del agua aumenta e inunda parte de la ciudad, como la mágica Venecia lo hace durante el invierno. Para ello fue construido el famoso puente de madera que atraviesa el río uniendo ambas partes de la ciudad. El agua es un elemento clave para la ciudad, ya que Lucerna surgió en torno al extremo del lago, donde se vierten las aguas al río Reus. Este lago resulta fascinante rodeado de una vegetación tan verde y viva, además es posible disfrutarlo a bordo de uno de los 20 barcos, 5 de ellos de vapor, en una excursión inolvidable.

El Mercado del Vino (Weinmarkt) era, a finales de la Edad Media , el escenario de las representaciones del Misterio de la Pasión. En la plaza Kornmarkt, la ciudad construyó su mercado público hacia 1370 y ese mismo lugar que también les sirvió, en tiempos, como granero de trigo, más tarde se convirtió en el Ayuntamiento actual. Lucerna se remonta al año 840, aunque no fue importante sino hasta el siglo XII, gracias al paso de San Gotardo. Ya en tiempos llegó a considerarse la capital de la Confederación Helvética , aunque actualmente sólo sea la sede de gobierno del cantón.

Lucerna apenas tiene unos 60.000 habitantes, pero es una villa llena de encanto para el viajero. Las aguas del lago se ven surcadas por barcos de recreo, en un marco de aguas apacibles y verdeantes montañas, al lado de la vieja ciudad. Turísticamente hablando, siempre ha sido un destino muy concurrido, especialmente a finales del siglo XIX y principios del XX, pues era el destino favorito de reyes, nobles, actores y todo tipo de personalidades, quienes huían y se refugiaban allí en busca de un poco de la tranquilidad que otorga el contacto con la naturaleza. Así personajes como Sofía Loren, el pintor romántico Johann Heinrich Füssli, Mark Twain y otro muchos se guarecieron en esta encantadora ciudad.

Lucerna cuenta con numerosos lugares de interés: El Jardín de los Glaciares, desde el que se observa la erosión de las rocas por la presión que se remonta a cuando el glaciar del Reus cubría la zona, así como algunos vestigios prehistóricos que aluden a las cacerías de los nativos de aquella época. La Torre del Agua, estructura octogonal de piedra, de unos 30 metros de altura, construida a finales del medievo, en torno a 1300, cuya finalidad fue defensiva, aunque también sirvió de prisión y sala de torturas. Es uno de los monumentos más populares de todo el país. La Torre del Agua se encuentra en el Puente viejo que de madera y cubierto, es el más antiguo que aún se conserva en el continente, conocido como Kapellbrücke, mide 200 metros de longitud y su trayectoria es curva. El puente original databa del siglo XIV, pero fue destruido por un incendio en 1993. La reconstrucción ha cuidado hasta el más mínimo detalle, incluidas las pinturas de las vigas del techo y ambos forman parte de las fortificaciones interiores de la ciudad. La muralla de Musegg que protegió la ciudad en el siglo XV y de la que se conservan también nueve de sus torres, nos habla de su pasado bélico; fue construida hacia el 1400 tras la batalla de Sempach y está considerada como una de las mejor conservadas y más extensas del país. Los fabulosos museos de la ciudad entre los que cabe destacar el de transporte, el de las Bellas Artes, el cual es una obra modernísima de Jean Nouvel, el museo Picasso, el de Richard Wagner, en lo que fue su propia casa y en la que también vivió Nietzche y el de Historia Natural.

En este plano artístico, también podemos destacar la ciudad vieja con sus monumentos civiles y religiosos, salpicados de enromes y exquisitas casas burguesas o el propio centro museístico que acabamos de describir. En cuanto a la ciudad nueva, es ahí donde podemos hacer hincapié en los lujosos hoteles, el casino o las innumerables tiendas, propias de una ciudad del siglo XXI. Además, a sólo 15 kilómetros de la ciudad se encuentra el monte Pilatus, con más de 2000 metros de altura y al que se accede, gracias al tren a cremallera cuyo ascenso es el más empinado del mundo. Las vistas son realmente algo superior. Esta excursión es recomendada de manera especial.

Algunas muestras de la inquietud artística de sus ciudadanos son la Catedral , el Ayuntamiento y el Palacio de los Caballeros, que constituyen notables ejemplos del Renacimiento tardío. La Iglesia de los Jesuitas es una de las iglesias barrocas más importantes del país. La Iglesia de los Franciscanos es la más elegante del centro de Suiza.

LA COMIDA
La comida de Lucerna resulta particular. Algunas de las exquisiteces son los quesos y los postres, sobre todo, el chocolate. El pescado destaca por su frescura, especialmente las truchas recién pescadas en el lago. También sus vinos son suaves y agradables.

Los Kügelipastetli, son una especialidad de la región, que consiste en una especie de pastelillos de carne. Por otra parte, siempre cabe destacar y recomendar especialmente la fondue o la raclette suizas. Aunque debido a su ubicación será sencillo encontrar también comida italiana, mexicana o platos exóticos de Oriente. En algunos restaurante incluso cuentan con el típico menú de mediodía, muy económico. 

QUÉ COMPRAR
Lo cierto es que Suiza tiene una bien merecida fama de ser un país caro.

Recomendamos comprar productos alimenticios, como queso, mermeladas y confituras, chocolate, galletas de mantequilla y salchichas. Las artesanías son muy típicas, como los míticos cuernos de madera utilizados en las cacerías o los famosos relojes, bien sean de cuco o los tradicionales relojes de pared y pulsera. Los suizos son famosos por su exactitud.

La moneda es el franco suizo y se divide en 100 céntimos. No hay ningún problema para pagar con tarjeta de crédito y es posible sacar dinero en metálico de los cajeros automáticos. 

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