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CON EL BÓTOX AL MAL TIEMPO BUENA CARA



Es sabido que siempre que llueve escampa, y que al mal tiempo lo mejor es ponerle buena cara. Pero lo que no sabíamos es que si le pones buena cara, el mal tiempo te parece menos malo, te sientes mejor, más feliz, aunque tarde en escampar. Por eso, en estos tiempos de crisis, no nos va a quedar más remedio que poner cara de optimismo para aliviarnos de tantas angustias.

Si no expresas y compartes una emoción es como si no la hubieras tenido.

Si le impides a la gente que frunza el ceño mediante inyecciones de bótox, se sienten menos malhumoradas, o dicho a la inversa, más felices. Y también sucede lo contrario, si pones cara de dolor, te duele más cuando te aplican un estímulo doloroso.

Las personas con bótox que no pueden expresar tan intensamente la emoción de enfado, se activan menos ciertas zonas del cerebro implicadas en el procesamiento de las emociones negativas. Así pues, parece que hay datos suficientes para asegurar que ponerle buena cara al mal tiempo hace que te sientas mejor, o, al menos, no tan mal.

Ahora bien, no todo son buenas noticias. Si te pasas de bótox, y no pones cara de enfado cuando estás enfadado, o de alegría cuando estás alegre, acabarás teniendo problemas en tus relaciones personales, emocionales, laborales… y fracasarás en tu adaptación social.

Si no hay concordancia entre las emociones y las expresiones faciales, disminuye el rendimiento cognitivo y la memoria. Mantener las emociones negativas en la mente mucho tiempo, 'rumiándolas', aumenta el riesgo de padecer ansiedad y depresión.

Luego, ¿qué podemos hacer?, expresar nuestras emociones negativas, o disimular y hacer como que nos sentimos bien. Obviamente no es mala receta lo de ponerle buena cara al mal tiempo, siempre ha funcionado, pero lo que parece es que mientras nuestros políticos, empresarios, financieros, periodistas… no se apliquen la receta, y no dejen de darnos sustos y malas noticias, va a ser difícil que nos sintamos mejor.

Pero lo que al menos podrían hacer ellos es aplicarse la receta y procurar darnos mensajes más positivos y coherentes, dejar de engañarse y ponerse zancadillas, comunicarse menos negativamente con el pueblo... y así aumentaría nuestra percepción de optimismo, nuestra confianza global, nuestro estado de ánimo, y mejorarían las inversiones, las hipotecas, el consumo, y, colorín-colorado, acabaríamos saliendo del pozo negro de la crisis.

NOTA: PODEMOS DISIMULAR PERO LA PROCESION VA POR DENTRO

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