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ISLA DE PASCUA



Para llegar a este punto del Pacífico es necesario volar cinco horas desde Santiago de Chile.

Aún sabiendo que es la isla más alejada de cualquier continente y que los vestigios de su historia milenaria justifican de sobra el viaje hasta este territorio ubicado en medio del Pacífico, la visita a la Isla de Pascua se parece mucho a una cita a ciegas: aunque promete, no sabe uno qué se va a encontrar.

Quizá por eso después de sumergirse en ella se acaba sintiendo que no hay folletos ni videos, ni palabras exactas que describan la riqueza y el valor intangible de su pasado y del magnetismo del pueblo rapanui.

La cara más visible de esta cultura son las imágenes de los seis centros ceremoniales (o ahus) y la cantera en las laderas del volcán Rano Raraku, en las que se erigen cerca de 900 moáis, esculturas esculpidas en toba volcánica, de 5 a 22 metros de altura, que los pobladores y guías locales definen como "la representación viva de los ancestros de nuestra raza".

La isla le pertenece a Chile y está ubicada a 3.526 kilómetros de sus costas. El aeropuerto Mataveri, en Hanga Roa, recibe y despide un vuelo diario de LAN , la única aerolínea que incluye a este paraíso en sus itinerarios.

Casi inmediatamente después de salir de Mataveri se comienza a percibir de qué se trata Pascua, a partir de lo que no tiene: no hay grandes complejos hoteleros ni parques temáticos ni casinos ni lustrosos centros comerciales, y ni una sola de las esquinas de sus 166 kilómetros cuadrados se asemeja al Caribe, ruidoso y explosivo.

Sus cerca de 4.500 habitantes, casi todos emparentados entre sí, hacen vida de pueblo. En eso radica el primer encanto de la isla, en que es una invitación a desconectarse del mundo y a fundirse con su alma polinésica.

Los rapanui son laboriosos, espirituales y corteses, "y muy directos en el trato, porque todos nos consideramos iguales", dice Hani, vendedora de camisetas y artesanías de la playa Ovahe, que alberga un ahu y su crematorio.

La cultura, la música, la gastronomía y los rasgos físicos de la gente son los de la Polinesia, más cercanos a Hawái que a Suramérica. En 1995 la Unesco incorporó a la Isla de Pascua en su lista de Patrimonio de la Humanidad, lo que ha llevado a miles de viajeros a volver sus ojos hacia este territorio remoto, que permaneció aislado durante siglos. Esto ha convertido al turismo en su principal fuente de ingresos, muy por encima de la pesca, la agricultura y la cría de caballos.

Esta es otra curiosidad: en la isla viven más caballos que personas; se estima que hay alrededor de 6.000 de estos animales, que no es fácil alimentar dada la escasez de pastos que causan las sequías periódicas.

¿Que por qué hay tantos? "A más caballos, mayor estatus. Eso habla bien de la capacidad económica del dueño", dice Nicolás, uno de los guías del hotel Explora Posada, Mike Rapu.

Este, que es el alojamiento más sofisticado de Pascua, tiene 30 habitaciones y capacidad para 60 huéspedes, a quienes brinda 15 posi-bilidades de explorar la isla: en caminatas, bicicleta, en bote o pescando.

Y es que no hay otra forma de disfrutarlo todo, aparte de recorrer la isla de arriba abajo, pues la riqueza arqueológica y de fauna y flora lo ameritan: "Tenemos 150 especies de animales marinos identificadas, el 35 por ciento de las cuales son endémicas de Rapa Nui. El agua es transparente y no hay contaminación".

La mayoría de los hombres de la isla, han participado en distintas ediciones del festival Tapati Rapa Nui, que se celebra cada febrero. Durante una semana miembros de las grandes familias reviven competencias ancestrales, vestidos y pintados a la usanza tradicional, para rendir culto a sus antepasados.

Los hombres luchan por ganar puntos para sus candidatas al reinado. La que más acumule y muestre mejores destrezas en pintura, danza, música y gastronomía, se convierte en la reina de la isla por un año.

Quien piense en ir a la isla puede aprovechar esa buena época para darle forma a la idea vaga que de ella se tiene antes de llegar. Pascua tiene el poder de cautivar y de despertar en sus visitantes amor a primera vista, como ocurre con las buenas citas a ciegas.

La sociedad rapanui entró en crisis alrededor del siglo XV, cuando en la isla llegaron a vivir más de 25 mil personas, que agotaron sus recursos. Esto generó disputas territoriales entre los clanes, que desembocaron en una guerra civil. Al final de este periodo surgió un nuevo orden de jóvenes guerreros, del que proviene la leyenda del Hombre Pájaro.

¿SERA QUE LA HISTORIA SE REPITE? 

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