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LOS TRATAMIENTOS DE INFERTILIDAD



Someterse a un tratamiento médico produce, en la mayoría de las ocasiones, alteraciones en la emociones e incluso estrés en las personas que lo reciben.

Estas emociones se ven aún más acentuadas en el diagnóstico y el tratamiento de la infertilidad, en el que la pareja vive lo que le está sucediendo de un modo muy intenso.
Entre cuatro y seis de cada diez pacientes sometidas a tratamientos de fertilidad los abandonan por no soportar la carga psicológica que conllevan. La causa principal es el estrés provocado por los intentos fallidos de embarazo.

De manera general, los problemas de infertilidad van asociados a ciertos sentimientos negativos. La infertilidad desestabiliza el equilibrio emocional y de pareja, la autoestima se resiente y surgen sentimientos de culpabilidad y desesperanza. Estas emociones suelen ser normalmente pasajeras.

Dentro del amplio abanico emocional, las parejas que no pueden procrear de forma natural experimentan rabia, negación, depresión y pérdida de esperanza. Este estrés generado por la situación de dificultad a la hora de concebir, repercute en la relación de pareja, las relaciones sociales y el resultado final del tratamiento. Está demostrado que una actitud positiva y la constancia en el tratamiento a pesar de los resultados negativos, aumentan las posibilidades de lograr un embarazo.

En ocasiones las parejas, llevadas por el desánimo de ciclos fallidos, terminan por abandonar el tratamiento antes de que sus médicos se lo aconsejen, dando por perdida cualquier posibilidad. Su apatía no les deja ver que cuantos más intentos han fallado, más posibilidades tienen de lograrlo, aunque no todos los casos son iguales.

La atención psicológica a las parejas en tratamientos de fertilidad es imprescindible para evitar los efectos negativos de su desaliento y que no repercuta en el resultado final.

Los hombres y las mujeres sufren de modos distintos

A la hora de enfrentarse a la situación de infertilidad, las mujeres son más fuertes frente al dolor, pero se deprimen con más frecuencia, ya que experimentan sobretodo frustración, sentimiento de culpa, tristeza e impotencia. Soportan más tensión que los varones tanto en el diagnóstico como durante el tratamiento.

Los hombres son más introvertidos a la hora de hablar de su problema de infertilidad, ya que la mayoría caen en el error de relacionar la infertilidad con la falta de hombría y de masculinidad, lo que resulta completamente falso.

Cuando la pareja acude a un centro de reproducción asistida, ya ha asumido que existe un problema a la hora de procrear. En cada ciclo del tratamiento, hay momentos de ilusión, alegría, sentimiento de haber recuperado el control…y cuándo éste resulta fallido se vuelve a la fase de desánimo.

Este bucle de emociones contrarias es muy frecuente en las parejas sometidas a tratamientos, y aunque resulte difícil, hay que tratar de evitar altibajos, ya que éstos producen mucho estrés y repercute en la efectividad del tratamiento.
Estas emociones hacen a su vez, más difíciles las relaciones sociales de la pareja.

El panorama de sentimientos negativos puede llegar a producir un rechazo a las reuniones con amigos o familiares, más acentuado si en este entorno hay mujeres embarazadas o niños.

Para superar esta fase de negatividad durante el tratamiento y el diagnóstico es imprescindible el apoyo de la pareja e intentar continuar hacia adelante.
Algunas de las recomendaciones para lograrlo son las siguientes:

- Expresar los sentimientos: Es importante exteriorizar las emociones, ya que son una carga que si no se suelta puede generar mucho estrés y ansiedad. Hay que tener en cuenta que no todo el mundo va a comprender cómo te sientes ni te va a apoyar del mismo modo, y prepararse para todo tipo de reacciones.

- Ampliar los límites: Si no es posible el embarazo debido a la incompatibilidad entre la pareja, se puede plantear concebir un hijo con la ayuda de donantes.

- Acuerdo en pareja: Es muy importante llegar a un consenso con la pareja sobre qué determinaciones se van a tomar en las diferentes situaciones, como el número de pruebas clínicas a realizar, visitar otros centros…

- Mantenerse ocupados: Durante la espera a recibir los resultados conviene no obsesionarse y que esto no se convierta en un mono tema. Resulta muy útil realizar actividades que despejen la mente, sobre todo en compañía de la pareja o el entrono más cercano. Esto acorta la espera y la hace más llevadera.

- Preparase para las diferentes situaciones: Ponerse en la tesitura de cualquier situación, como resultados negativos, ver embarazadas, abandonar el tratamiento…y plantearse cómo reaccionar en cada situación ayuda a afrontar la realidad y recupera la sensación de control.

- Barajar diferentes opciones: Existe la posibilidad de adopción o de recibir óvulos o esperma donados para poder lograr el objetivo de formar una familia.

Al fin y al cabo, superar este torrente de emociones es un esfuerzo que merece la pena. Sortear las adversidades en compañía hace más fuerte el vínculo con la pareja. Una vez esquivado este bache, se suele tener una mentalidad más abierta para poder plantearse las otras opciones que existen y enfrentarse a nuevos retos en pareja.

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