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ORACIONES Y DICHOS 3


"Juzgo que os hace especial merced en daros a conocer y haciendo que améis vuestra abyección; porque no hay medio más eficaz que ése para penetrar y permanecer en la amistad del Sagrado Corazón de Jesús."

"Es un cordial a propósito para dar la vida de la gracia a vuestra alma, y la del puro amor a vuestro corazón y a todas las buenas acciones. En fin, la virtud del Sagrado Corazón de Jesús abate hasta nosotros su grandeza, si nos halla anonadados en el amor de nuestra pequeñez, y cuidará de levantaros a su unión al paso de todo aquello que resplandece a los ojos de las criaturas. Con esto todo está dicho".

"¡Dios mío! ¡Que tesoro tan inmenso es el amor a la pequeñez y a nuestra propia abyección! ¡Qué no debiéramos hacer y padecer por alcanzarlo! El alma que tanto bien posee, esta segura y nada puede faltarle, porque el Todopoderoso en ella se complace y recrea".

"Mirad, pues, este camino humilde como el verdadero, trazado por Él, y el más indefectible para llegar a Él. ¿Qué teméis en un sendero tan seguro como el de las humillaciones, en donde la mejor de todas nos viene sin repararlo siquiera? Porque la humildades de tal naturaleza, que desaparece en el punto mismo que la echamos de ver en nosotros."

"Solo en el total desasimiento de vos mismo y de todo lo que no es Dios hallaréis la verdadera paz y dicha perfecta, porque no teniendo nada, lo hallaréis todo en el sagrado Corazón de Jesús."

"Sed pobre de todo, y el Corazón de Jesús os enriquecerá."

"Vaciaos de todo, y Él os henchirá."

"Olvidáos de vos mismo y entregáos a Él, y Él tendrá cuenta y cuidado de vos."

"No puedo deciros más sino que el anonadamiento de vos mismo os elevará a la unión del Soberano Bien. Olvidándoos, lo poseeréis, y abandonándoos a Él, Él os poseerá."

"Y ¿que mayor bien que no ser nada para el mundo ni para nosotros mismos, por ser poseídos de Dios y poseerle a "El solo?"

"Mi divino maestro, dice, me era asiduo compañero en los oficios que tenía que hacer a todas horas. En este tiempo recibí gracias tan extraordinarias, sobre todo en el misterio de la Pasión, que nunca las había sentido iguales; y esto causó en mí un tan grande amor a la Cruz, que no puedo vivir un instante sin padecer, pero en silencio, sin consuelo ni alivio, y morir con este Soberano de mi alma, abrumada por la cruz de toda clase de padecimientos; esto ha durado toda mi vida, la cual por su misericordia se ha pasado toda en este linaje de ejercicios, que son los del puro amor".


"Guardad siempre vuestro interior en silencio, hablando poco con las criaturas y mucho con Dios, padeciendo y trabajando por su amor".

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