Mucha gente hoy en día vive obsesionado por la
aprobación.
Los
presidentes, los líderes del gobierno, todos prestan mucha atención a las
estadísticas y todos quieres sentirse aprobados. Todos queremos ser
aprobados y gustar. En efecto, a veces parece que no hay mayor necesidad que
esta, ya sea la de nuestros padres, parejas o de la sociedad en general.
La mayor parte de la vida de muchos está completamente
dedicada a obtenerla, y ni es necesario decir que muchas veces hacemos cosas
más para obtener aprobación que para nuestra propia satisfación.
Ganar
la aprobación de otros nos hace sentir tan bien que podemos llegar a
convencernos de que hemos tomado ciertas decisiones para nuestra propia
satisfacción.
A veces pensamos que esta es nuestra propia voz, pero en
realidad es más posible que sea la internalización de las voces que hemos
escuchado en nuestra infancia.
La
necesidad de aprobación no es necesariamente una cosa mala. Solo se vuelve
problemática cuando la autoestima reposa tanto en los demás que eso ejerce un
control sobre el comportamiento.
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