Somos producto de opciones que a
veces hacemos inconcientemente, con muy pocos recursos para decidir,
influenciados por otros, a veces bien y a veces mal. ¿cómo se procesa esta
historia que a veces pesa como una mochila de plomo? ¿qué ideas pueden llegar a
ser una buena aceptación amantiva de la propia historia aún cuando ésta haya
sido difícil?
Recuperar la capacidad de la
esperanza, que no tiene que ver con el optimismo, la buena onda o la ilusión o
el idealismo exacerbado de la primera juventud, sino que tiene que ver con una
esperanza activa, que ha pasado por el drama de la propia vida, por las fisuras
de la propia vida, pero a partir de estas grietas surge precisamente la
reconstrucción de la propia historia, del nuevo ser.
Por eso la esperanza tiene que ver también con asumir la
propia realidad. Y la esperanza no es a pesar de mi propia vida, sino en virtud
de mi propia vida y de mi proppia historia. Esta capacidad de la esperanza es a
la vez profunda y serena en esta etapa de la vida. En esta sociedad elitista en
que vivimos, socialmente no estamos entrenados para esa mirada: lo que
habitualmente hacemos es leer la muerte en la herida, y en realidad, esta
capacidad de esperanza es ver que en la herida está la vida, porque de allí
brota una nueva forma de mirar la vida. Por eso esta capacidad trabaja desde
los límites y las incapacidades. Tienen que ver con lo actitudinal: recobrar la capacidad reconciliativa.
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