Bien sea por influencia cultural, bien sea por
biología pura y dura, el hombre y la mujer TIENDEN A diferenciarse en la forma
en la que tratan a sus emociones. Esto se debe en gran parte a la misma diversidad
en la manera de comportarse del cerebro femenino y del masculino.
Hemos de fijar
nuestra atención en que el verbo usado ha sido “tienden a”, ya que esto quiere decir que siempre
no es así y que la idea que se expone es destacar aquellas diferencias más
características que se han encontrado.
Así, es común
que las mujeres sintamos cierta frustración a la hora de valorar las
interacciones más emocionales con los hombres con los que nos rodeamos. Por su
parte, es habitual que los hombres incluso a veces piensen que las mujeres
tenemos algo de videntes. Sin
embargo, lo que ocurre es que el cerebro femenino es experto en:
Leer caras.
Interpretar
tonos de voz.
Analizar matices
emocionales.
Eso sí, el hecho
de que sea experto no es sinónimo de infalible, a veces el cerebro de la mujer
también se equivoca, más que nada porque las “pistas emocionales” no son
objetivas y eso es algo que siempre hay que tener en cuenta.
No obstante sí
que podríamos considerar que los hombres y las mujeres, así como cada persona
en particular, viven en realidades diferentes. Analicemos los dones emocionales
que comparten comúnmente los cerebros femeninos:
1-El don de los sentimientos viscerales
Los sentimientos
viscerales no son estados emocionales antojadizos sino fuertes sensaciones
físicas que se encargan de transmitir mensajes potentes al cerebro.
A través de
estos sentimientos viscerales las mujeres se vinculan fuertemente con la pena
de un adolescente, las dudas de su pareja sobre su carrera o la felicidad de un
amigo que ha conseguido sus objetivos.
Esto, según
Louann Brizendine, puede
tener que ver con la cantidad de células disponibles en el cerebro femenino
para captar las sensaciones corporales. Es decir, que el aumento del
estrógeno a partir de la pubertad, agudiza la capacidad del cerebro para seguir y sentir emociones.
De hecho, según
algunos estudios, las
áreas cerebrales que siguen los sentimientos viscerales son más grandes y
sensibles en el cerebro de la mujer. Por eso, cuando la mujer comienza a
sentir algo en sus entrañas, ciertas zonas cerebrales como la ínsula y el
Córtex cingulado anterior, se activan.
Estas
estructuras y zonas cerebrales se encargan de prever, juzgar, controlar e
integrar las emociones negativas. Por eso, si se acelera el corazón o se hace
un nudo en el estómago, la
mujer interpreta esto como una emoción muy intensa.
2-El don de la lectura emocional
El cerebro
femenino suele tener la capacidad de averiguar rápidamente los pensamientos,
creencias e intenciones de otros basándose en pequeños indicios2 . De hecho,
según los estudios, las mujeres tienen una gran habilidad para evitar causar
daño a los demás, por ejemplo.
Se cree que esta
aptitud es el resultado de la acción de las neuronas espejo, las cuales
permiten observar, imitar y reflejar los gestos, posturas, ritmos
respiratorios, miradas y expresiones faciales de otras personas.
El cerebro
femenino es especialmente hábil en esta forma de “espejeo emocional”, por lo
que se podría decir que sus neuronas sobreactúan, estimulando así fuertemente
la conexión sentimental con los demás.
3-El don de la capacidad para “aguantar el tipo”
Este punto,
llevado al extremo, puede constituirse más como un peligro que como un don. Sin
embargo, vamos a hablar de la parte positiva, la de sobrellevar las emociones y
convivir con ellas adecuadamente.
Las mujeres son
muy hábiles conduciendo su tristeza o su abatimiento, ya que debido a la
predisposición biológica, deben convivir de manera muy habitual con
comunicaciones emocionales intensas.
Es decir, que si
tal y como se muestra en distintos estudios 3, las mujeres captan las emociones
por comunicación no verbal en el 90% de los casos, obviamente tienen que
convivir con ello de manera más habitual que los hombres, que comprenden las
emociones a través de gestos en un 40% de las situaciones.
Esto hace
frecuente que se considere la importancia de los pequeños detalles, de la
atención y de la capacidad de escucha cuando algo va mal, ya que los cambios
emocionales suelen ser percibidos aún con su sutileza.
4-El don de la memoria emocional
El cerebro
femenino recuerda las relaciones como una película entera y no por escenas. De
hecho, las emociones se registran como recuerdos. La amígdala examina cada
acontecimiento según su intensidad emocional.
En este sentido se
facilita la codificación y el almacenamiento de esta información, la cual se
utiliza con sus diversos matices emotivos en el hipocampo para darle forma a
los recuerdos como si de una foto sensorial detallada se tratase.
5-El cerebro femenino convive mal con la cólera
A pesar de que
las mujeres y los hombres declaran sentir una carga similar de ira, la manera
de expresarla y sacarla fuera es muy distinta. En este sentido se ha encontrado
una diferencia estructural en la amígdala(el centro del miedo, la cólera y la
agresividad), la cual es mayor en varones.
Sin embargo, las
zonas de control de estas situaciones (Córtex prefrontal) suele ser
relativamente mayor en mujeres. Asimismo, la cantidad de receptores hormonales
de testosterona es diferente en unos y en otros.
O sea, que el
hecho de que una mujer se aguante el enfado no tiene solo que ver con las
normas sociales y la educación, sino que puede ser debido a la tendencia del
cerebro femenino a meditar las situaciones y prevenirlas consecuencias de un
enfrentamiento.
En este sentido
podríamos decir que las mujeres tienden a añadir una etapa más al procesamiento
de la emoción que contribuye a la rumiación, al “darle vueltas” a la
intensidad, a las causas y a las consecuencias de esta antes de desencadenar acalorados
intercambios.
6-El don de la sensibilidad intensa
No es algo
sorprende que un gran porcentaje de personas altamente sensibles (PAS) esté
formado por mujeres ya que digamos que por mayoría el cerebro femenino se alza
biológicamente hablando con el liderazgo emocional.
Sin embargo,
cabe destacar que en este punto se articulan el miedo, el estrés, los genes, el
estrógeno, la progesterona y la biología cerebral de tal manera que el riesgo a
sufrir trastornos emocionales como la depresión o la ansiedad es muy alto.
Hay científicos
que sugieren que la sensibilidad al estrógeno de la mutación de ciertos como el
CREB-1, aumenta la vulnerabilidad del cerebro femenino a descompensar su
equilibrio bioquímico en detrimento de un estado emocional saludable.
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