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EL IMÁN Y EL MARTILLO SON LOS ALIADOS DE UN LÍDER

Se atribuye a Nietzsche esta frase: "Así decía el hierro al imán: te odio porque me atraes sin que poseas fuerza suficiente para unirme a ti”. Esta sentencia nos puede iluminar respecto a algunos límites que presenta la metáfora del imán, utilizada por algunos profesores de escuelas de negocios, para explicar la función de un líder. ¿Se imaginan a un líder pegando golpes de martillo y atrayendo luego al clavo con un imán? Es una escena muy conocida y lamentablemente presente en la vida de las organizaciones.

En los periodos de crisis, son los más propicios para el surgimiento de grandes y verdaderos líderes. En medio de la incertidumbre o el desencanto, aparecen personas capaces de liderar a otras personas hacia la acción y el cambio, en otras palabras, a inspirarlas y sacarlas del pesimismo.

Para lograr este liderazgo eficaz en medio de la incertidumbre, la clave está en saber hacer un uso correcto de dos herramientas: el imán y el martillo. De este modo, sostienen, serán capaces de liderar el cambio.

Aclaremos los conceptos. ¿A qué se refieren Leggett y Nelly con los términos imán y martillo? El imán comprende una serie de cualidades que canalizan el trabajo y el esfuerzo hacia un objetivo común: la visión, la narrativa, el discurso carismático y el rol a imitar. El martillo hace referencia a una serie de medidas que estructuran y hacen posible el cambio, como, por ejemplo, las órdenes directas, las advertencias, la planificación estratégica, los sistemas de control, contratación, ascensos e incentivos económicos.

La pregunta que surge es la siguiente. ¿Cómo tiene que manejar un líder el imán y el martillo? ¿Cómo aprender a hacerlo? Los autores dan varias recetas:

Desarrollar una visión personal
Comunicar dicha visión de forma que conecte con el público
Asumir sus responsabilidades
Asegurarse de que los demás hacen otro tanto

La teoría del imán y del martillo es interesante y nos recuerda algunas habilidades de un buen líder y también acciones a desarrollar: el imán hace referencia a las acciones del líder que empujan hacia una meta, mientras que el martillo son las acciones que impulsan el cambio y lo hacen efectivo.

Sin embargo, considero que el liderazgo es mucho más que la habilidad para manejar con equilibrio el imán y el martillo. Sin un paradigma de la persona completa, el imán y el martillo no lograrían sus objetivos. De nada sirve ser eficaz, si estás en lugar equivocado. De poco sirve tener un poderoso lente si estás mirando el mundo desde una ventana reducida, como de nada sirve mover bien el alfil si no estás jugando al ajedrez.

Para los tiempos de crisis, oportunidades y grandes desafíos como en el que nos encontramos, es más relevante y necesario que el imán y el martillo “el liderazgo colaborativo”.

Es vital desarrollar en las personas, especialmente en los líderes, la capacidad de involucrar personas y grupos fuera de su esfera de control formal. Es una labor titánica, que incluye un esfuerzo por romper paradigmas, con un compromiso decidido por lograr metas comunes, a pesar de las diferencias que suelen presentarse, de todo tipo, de fondo y de forma, ya culturales, convencionales, personales, incluso de ritmo y estilo de comportamientos.

“El liderazgo colaborativo” es lo opuesto al antiguo modelo de mando y control, y se funda en aprovechar el poder de las interconexiones. El liderazgo colaborativo presenta varios matices importantes, por ejemplo, en la toma de decisiones. En efecto, ésta se hace, bajo el paradigma del mando y control, de modo que las personas en la cima tienen una autoridad claramente establecida; en cambio, en el paradigma colaborativo, la autoridad no está únicamente en la cima sino en todas las personas que lideran las colaboraciones. En consecuencia, la estructura no es jerárquica (mano y control), ni de matriz o grupo pequeño (consenso) sino una red dispersa y presenta en toda la organización.

Para desarrollar el liderazgo colaborativo, los líderes tienen que deshacerse de los estilos de mando y control y de consenso. Según la investigación, los líderes colaborativos saber hacer bien cuatro cosas:

1 Crean conexiones globales que les ayudan a detectar oportunidades
2 Involucran a talentos diversos de todas partes para producir resultados
3 Colaboran desde la cima para servir de ejemplo a los demás
4 Muestran una mano firme para la toma de decisiones con velocidad y agilidad


La teoría del imán y del martillo puede ser una buena herramienta para los líderes en situaciones de crisis y de fuertes desafíos. Sin embargo, el imán y el martillo podrá alcanzar mayores resultados bajo un paradigma colaborativo, donde el líder se convierte en un excelente jugador, que sabe atraer el talento y que juega a ser un conector global.

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