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SEXUALIDAD SAGRADA

Esta expresión, placentera para budistas o hinduistas, es una papa caliente para católicos y cristianos. Detrás de cada letra ven agazapado, tentándolos, a ese ser imaginario que llaman Satanás.

El cristianismo, en general, vive reñido con la sexualidad y en lugar de emparentarla con la espiritualidad, la degrada con la culpabilidad. ¿Cómo puede ser sagrada la sexualidad? se preguntarán muchos.

¿Acaso puedo estar con Dios disfrutando un orgasmo? Claro que sí, pero esto es una herejía para el Vaticano, casi todos los sacerdotes y creyentes sumisos, y es diabólico para los evangélicos y sus pastores.

No obstante, si los jerarcas se atrevieran a cambiar sus paradigmas, descubrirían a Dios en un beso, una caricia profunda y en la intimidad sexual que ellos mismos se niegan, diciendo que Dios se los pide.

¡Pobre Dios! Cuántos errores le endilgan y de cuántas estupideces lo hacen responsable. Con razón hay agnósticos, ateos y una inmensa mayoría de personas que afirman: “Soy creyente, pero no practicante”.

Cierto día la excelente periodista Colombiana Claudia Palacios me invitó a un foro sobre la pederastia clerical y en CNN se habló de lo urgente que es para la jerarquía realizar cambios, de modo que todo lo bueno que se hace no esté opacado por escándalos recurrentes y deplorables.

No obstante, esto suena utópico, ya que en un mundo de mutaciones constantes, la Iglesia Católica realizó su última experiencia global de cambio en los años sesenta con el Concilio Vaticano II, es decir, hace cincuenta años. ¡Por favor! ¡Dormita hace tiempos!

Sin embargo, hay una iglesia que hace rato sí está de acuerdo con el celibato opcional, el condón, la píldora de control natal, una fe sin temores, y una visión serena y positiva de la sexualidad.

Sí, no estoy fantaseando, la ‘iglesia comunidad’, que es más importante y centrada que sus jerarquías, ya hizo ese cambio, pero los obispos no se percatan y, si lo hacen, son sumisos y/o se creen dueños de la verdad.

Por eso, cuando el Papa bendice a una multitud que lo aclama en la plaza de San Pedro, pretende ignorar que un 90% de esta va en contra de lo que él y los obispos le quieren imponer. La gente no traga entero y cada pareja que recibe la bendición del Pontífice, esa misma noche usa la píldora o el condón y tiene sus propias creencias. Sí, los jerarcas creen contar con algo más de mil millones de católicos, pero es una cifra de bautizados, no de creyentes fieles. Y algo parecido sucede entre los cristianos.

Por lo mismo los creyentes deberían presionar a la jerarquía para que la Iglesia se renueve, sin renunciar a lo poco que es esencial en la fe.

Con una sexualidad sagrada tendríamos felicidad, menos escándalos y una fe más aterrizada. Si los curas se casaran y recibieran cursos de sexo tántrico se evitarían muchas neurosis y tantas relaciones clericales furtivas.


Millones de creyentes no practicantes reclaman una conciencia superior y una espiritualidad exenta de oprimentes sentimientos de culpa. La masa ya cambió ¿cuándo lo hará una jerarquía obtusa, aferrada a arcaicas normas humanas?

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